jueves, 23 de marzo de 2017

ANTAGÓNICO


“La unidad de los contrarios es un estado en el que cesa el conocimiento, porque se ha fundido el que conoce con aquello que es conocido: el hombre es un surtidor de evidencias”.
Octavio Paz

No debe existir mecanismo más eficaz para resaltar las propiedades de un objeto que verlo iluminado por la luz de su contrario. El enfrentamiento entre opuestos evidencia sus características y nos sensibiliza como espectadores de  luchas libradas con el fin de conseguir equilibrio entre los elementos y sus relaciones impensadas.
Peter Zumthor. Museo Kolumba, 2007
Los encuentros entre antagónicos no engendran imágenes estables. Una atmósfera tensionada es el resultado de un marco en donde las leyes de causas y efectos no son las acostumbradas. Los elementos contrarios dispuestos a corta distancia tejen sus relaciones en nuestra presencia alertándonos de la existencia de vías alternas de conciliación.
El yugo de la razón asociado a lo cotidiano propone un escenario laxo en donde todo se da por entendido. Los objetos que componen el mecanismo vital que hace funcionar nuestro mundo se desvanecen tras la bruma de lo previsible. Sólo al advertir alteraciones en el sistema nuestros sentidos se agudizan y tendemos a disgregar la pluralidad de propiedades de los objetos considerados antes como totalidades inertes. Es frente a la entropía en donde los objetos y nosotros mismos revelamos nuestra verdadera naturaleza.
Peter Zumthor. Museo Kolumba, 2007

La aproximación de elementos disímiles hasta el grado de sugerirnos imágenes en donde conformen una unidad, producen muchas veces colisiones antes que coincidencias, no hay semántica ni sintaxis que anteceda su relación, pese ello, nuestra naturaleza no cesa de buscar sentido y composición a estos elementos encuadrados dentro de una misma unidad visual. Así, no siempre el conjunto de elementos dispuestos conforme a un concepto que los antecedió logran aguzar nuestro sentido estético, es muchas veces lo no previsto, el azar, o el accidente mecanismos válidos, que en su transgresión, nos ofertan la belleza de lo impensado. 
Una ciudad es siempre campo propicio para el encuentro de opuestos. Hijas de su tiempo, las diferentes partes de un conjunto urbano, responden a premisas utilizadas con recurrencia para formalizar calles, plazas, barrios. Trazas y tejidos hacen uso de la geometría y deviene un producto a la medida de sus pretensiones. Poblaciones renovadas desconocerán la validez de estos antiguos preceptos e impondrán otros a sus entender más idóneos para satisfacer sus demandas de hábitat. Así, procesos de expansión, demolición y superposición renovarán el lienzo urbano compuesto ahora por fragmentos de lo que fueron unidades completas. En muchos casos, la riqueza de la ciudad histórica se halla en los lugares en donde los contrarios se encuentran; está en la plaza irregular que amortigua el impacto entre geometrías divergentes, se puede alojar también en las inmediaciones de edificios que mantienen conflictos irresueltos o puede orbitar en el ambiente tensionado  por partes de antiguos sistemas que en estado subyacente esperan nuestra atención para reclamar su antigua autonomía.
Peter Zumthor. Museo Kolumba, 2007
Abandonar por unos instantes la narrativa lineal del mundo, su visión prosaica y hacer uso del viejo recurso poético de crear imágenes en base a la fusión de conceptos inesperados, es muchas veces sugerido por aquella arquitectura que renuncia a la búsqueda de lo unitario y se apoya en la diversidad. Habitar un edificio en donde no gobierna la geometría predecible o la lógica de la estructura corroborada matemáticamente, puede conducirnos por caminos repletos de hallazgos. Un muro horadado por vanos disímiles nos induce a encontrar el orden en base a equivalencias, sistemas constructivos superpuestos nos recuerdan que son las fuerzas opuestas las que mantienen al mundo en equilibrio. Un puntal fatigado y crujiente nos advierte con su drama la irremediable convivencia con la gravedad.
Peter Zumthor. Museo Kolumba, 2007
El enfrentamiento de antagónicos visto a través de las partes constitutivas de un edificio es evidencia que la estética no es privativa de las composiciones resueltas. La belleza también campea por los territorios construidos con elementos irreconciliables. Los chispazos de los conflictos  suscitan en nuestro interior la imagen impensada, la ambigua,  la valiosa.


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